Acostumbro a darle una rápida revisión a los anexos que vienen insertos en los periódicos y a la publicidad de los extractos y de las facturas. Siempre he pensado que si alguien se tomó el trabajo de hacerlos y pagar por ellos, lo mínimo que puedo hacer, es corresponder leyéndolos o, tan siquiera, ojeándolos. Es como “no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”. Pienso que si los boto a la basura sin ojearlos, eso mismo pueden hacer con lo que yo envíe por cualquier medio.
Infortunadamente, la mayoría de la gente no piensa así. Consideran que prestarle algo de atención a esta publicidad es pérdida de tiempo o no sé qué.
Esto parece ser una constante. La gente se queja de que no le avisaron, no le informaron, no se dieron cuenta, pero esto sucede por no tener la disciplina de leer cuanto llega a sus manos.