El exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo, de vaqueros y chaqueta café, se caracterizó durante todo su mandato por usar vaqueros y no usar corbata. Los habitantes de Medellín se molestaron por este rompimiento del protocolo.
Pero, bueno, el caso que quiero mencionar es el de los mandatarios locales y regionales de otros sitios, de este período, que lo imitan con el uso de vaqueros, poniéndolo a él como referente: “así como se viste Sergio Fajardo”.
Por un lado, se viola el protocolo, porque la persona deja de ser persona natural para encarnar un cargo como representante de un pueblo que debe seguir unas normas. Puede decirse que hasta existe un poquito de sacrificio. Está bien cuando las circunstancias así lo ameriten: la visita a una obra en la que, estar de traje, sería ridículo, pero no para reuniones de cierto nivel, por ejemplo en Bogotá, donde sí se debe estar de traje y màs, repito, si se representa un pueblo y, por otro lado, la autenticidad: cuando se copia porque sí, ya no resulta lo mismo.
Podrían pensar, estos mandatarios, en ser auténticos, con el uso de otras prendas casuales, sin llegar al vaquero.