En la búsqueda de un vídeo en Youtube, encontré por casualidad uno en el que embajador de país suramericano entrega cartas credenciales en un país europeo. En esta ceremonia, todo bien.
Lo que me llamó la atención fue el agasajo social: al entrar hombres y mujeres, una chica, detrás de una mesa, les entregaba a las mujeres un botón de rosa natural con el tallo de unos 12 centímetros y a los hombres se los ponía en el bolsillo superior del saco.
Creo que esto es “oir sonar las campanas y no saber donde”. Es decir, a los organizadores les pareció buena idea esto de la rosa, quizás a manera de boutouniere, pero no era en el ojal de la solapa, no eran novios de boda, ni estaban en Inglaterra y, tampoco la rosa llenaba el requisito para entregarse a las mujeres como muestra de admiración, porque el tallo era demasiado corto. Y, lo más importante, no era el contexto para tal detalle.
Todo lo que hagamos en protocolo tiene su significado.