Recibí un comentario anónimo acerca de mi escrito sobre el Escudo de Santiago de Cali pero, por fortuna, estas bitácoras cuentan con unos rastreadores que nos permiten saber más o menos de dónde opinan. Debe ser que el opinador es experto en heráldica.
En ningún momento el escrito hace referencia a minucias de la heráldica en sí. Ni más faltaba que me fuera a entrar en campos que escasamente conozco con lo que me enseñaron en España pero para lo cual se requieren estudios más profundos. Sólo menciono el uso que se le está dando.
Qué pena, qué verguenza, como decimos en Colombia, pero me da la impresión de que el lector no captó bien la idea de lo que yo quería transmitir. En ningún momento entro en campos de análisis de divisiones, esmaltes, brisuras, soportes, divisas, ornamentos… Simplemente, el escudo es el original, el traido de España y no otros dos que fueron dibujados y “acomodados” en administraciones municipales anteriores.
Traigo algo de historia: en Consejo de Gobierno, cuando se expuso este cambio, varios miembros protestaron porque el escudo en mención era muy español como quiera que tiene los colores amarillo y rojo, pero aduje que, justamente, era el original, desde 1539, el que debía rescatarse como símbolo del Municipio de Santiago de Cali.
Para ser más explícita, antes agradezco el que, al menos, se esté utilizando el escudo original en todo lo oficial del Municipio de Santiago de Cali y gracias a la Jefe de Protocolo que me sucedió, pues se puso en la tarea de promoverlo para su uso correcto y acabar con esa moda de reemplazarlo por un logosímbolo de cada alcalde que llegara, como si de una empresa privada se tratara. El error al que me refiero en el escrito ha sido el de agregarle “República de Colombia” en todos los soportes.
Pero bueno, hay que estar inmerso en determinada cultura para comprenderla. Creo que usted no lo está.
“Un escudo que dentro de él tenga siete mogotes de color de tierra, que el de en medio sea más alto que los otros y a la mano derecha de la parte de abajo esté una ciudad de oro entre dos ríos y árboles verdes y en lo bajo de dicho escudo esté un puerto de mar con una nao surta a la boca de un rio arriba con más canoas con sus remos en unas aguas azules y blancas según que aqui va pintado y figurado en un escudo tal como éste. Las cuales dichas armas las damos a esa dicha ciudad por sus armas y divisa, señalada para que las pueda traer y poner y traiga en sus pendones y escudo sellos y banderas y las otras y lugares que quisieren del y por bien tuviera del según y como y de la forma y manera que las ponen y traen las dichas ciudades de nuestros Reynos a quien tenemos dadas Armas y divisa por esta nuestra carta encargamos al Ilustrisimo Principe Don carlos nuestro muy caro y amado hijo y manda…”