No tiene buen recibo que una persona use su apodo familiar en sus redes sociales o en sus correos electrónicos si está buscando empleo o si tiene su negocio independiente. “Es que a mi me dicen así en la casa”. Si, claro, en su casa, a los demás no les interesa ni lo sienten. Los artistas tienen sobrenombre pero no es familiar sino asignado en el medio.
En la Costa Atlántica colombiana es común que al apodo se le anteponga el artículo “el” o “la”, pero en otras regiones del país suena mal, despectivo o es usual en mujeres que ejercen cierto oficio; en España también se usa para distinguir el género; ejemplo “La Andrea”, “El Andrea”. Por el gobierno nacional han pasado funcionarios de alto nivel, de la Costa Atlántica, por supuesto, que aun en sus actividades públicas fueron conocidos por su apodo familiar o de ciudad: La “Paca”, la “Chica”…
Seudónimo, proviene del griego pseudo, que significa falso. Los famosos los usan para ocultar su verdadera identidad, para simplificar sus nombres o porque son muy difíciles de pronunciar. Tal es el caso de la poeta Gabriela Mistral cuyo verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.
Alias, proviene del latín “otro”. Es decir, conocido por otro nombre. Los hay de varias clases:
- De encubrimiento. Aquellos que se usan entre los delincuentes. “Manuel Marulanda” o “Tirofijo”, dos alias del guerrillero Pedro Antonio Marín.
- Personales. A los Francisco se les dice “Pacho” o “Kiko”, los que serían hipocorísticos.
- Por el origen. A un bogotano: “Rolo”; a uno del centro del país colombiano, en la Costa Atlántica le dirán: “Cachaco”.
- Por características físicas. Tuerto, ciego…
- Comparativos. Por ejemplo, decirle a alguien Michael Jackson, solo porque baila como él.
- Exclusivos. Solo se le dan a una persona muy famosa y nadie más lo tiene. “El Libertador” para Simón Bolívar.
- Afectivos. Los que se tienen su origen en la casa, la mayoría de las veces porque el hermano no sabe pronunciar el nombre del menor.
Los apodos afectivos deben decirse en la casa o entre familiares muy cercanos; no debe llevarse al ámbito profesional o laboral. Solo en la casa conocen el código y así mismo “sabe” o significa. Además, si está en las redes sociales y alguien lo busca por el nombre real, no podrá encontrarlo.
Los alias significan más para los investigadores que el mismo nombre. Estos apodos vienen, por lo general, desde la niñez y a los delincuentes les queda muy difícil librarse de ellos.
No ponga apodos a sus compañeros de estudio o de trabajo, no llame por el apodo a nadie así sea muy conocido; llámelo por su nombre, y los apodos cariñosos de su familia, déjelos para el hogar.
Fuentes: Wikipedia, RAE y El Colombiano.