Toda la vida me ha llamado la atención el hecho de que las personas que saben cantar, declamar o tocar algún instrumento, no desaprovechan ninguna reunión social para demostrar sus dotes artísticas; por su cuenta, claro, sin que nadie los invite a hacerlo.
Intenciones como la mencionada, traen como consecuencia la interrupción de una amena charla, la atención absoluta al artista y el sometimiento a determinado género musical que puede no gustarnos.
¿Por qué no esperan a que, previo a la reunión social se les invite a cantar, declamar o tocar un instrumento?
Si nos han hecho una invitación determinada, uno se prepara sicológicamente para lo que sucederá en esa reunión, pero si ésta da un giro hacia la serenata…