“El poncho, inicialmente, consiste en una pieza rectangular de tela de lana o tejidos en telares con lana de oveja, llama, alpaca, vicuña, etc, con una abertura en el centro, por donde se introduce la cabeza. Hay diversidad de diseños y colores, que suelen variar de acuerdo a la región y a quienes lo usan. Pueden ser lisos, o con franjas, o trabajados en lo que hoy se conoce como jackard, y se realizaban en doble faz en los telares autóctonos. Su contorno puede llevar flecos, ribetes o galones aplicados.El poncho latinoamericano, tan difundido en nuestras tierras, especialmente en la región andina, en los llanos colombianos y en las pampas argentinas, se supone que tiene su origen en épocas prehispánicas, debido a hallazgos como el de la momia de Angualasto, en San Juan, Argentina, así como rastros arqueológicos en las costas peruanas. También se hallaron representaciones en vasos retrato de la cultura mochica (0-800 d.C.)…”
En Colombia, se conocen tres términos: Ruana, cuando es de lana y sirve para proteger del frío y poncho o mulera, cuando es de algodón y que usan los campesinos con preferencia en las zonas de Antioquia, Caldas y Boyacá, para protegerse del frío o del sol, para limpiarse el sudor, para espantar los insectos, para ponerla de almohada o de tendido en el suelo. Es multiuso.
El Presidente de Colombia, doctor Álvaro Uribe Vélez, lleva el poncho en algunas de sus apariciones en público como Jefe de Estado. Pero, una cosa es el servicio que preste una prenda en determinado contexto por uso y tradición y otra, que traigamos esa prenda a otro contexto y con otro uso. Es decir, que el Presidente use el poncho en su finca, como hacendado que es, está bien y no me interesa; pero que lo use en reuniones de carácter oficial en las que encarna una investidura tan alta, no está bien y sí me interesa.
El Presidente se debe vestir como tal, como Presidente, como es lo usual en un cargo de tanta importancia. Otra cosa es que se vista como candidato presidencial en el que vale de todo para igualarse a los electores y para demostrar simpatía y empatía.
No me imagino a un presidente de otra nación llevando prendas propias de alguna región de su país. Por ejemplo, la Presidenta de Argentina, en presentaciones públicas con un poncho argentino o al Presidente de los Estados Unidos vestido con chaqueta de flecos como del oeste americano.
Es comprensible que nuestro Presidente quiera darle mucha importancia a lo “paisa”, porque es “paisa”, pero no debe olvidar que es el Presidente de todos y, como tal, debe ser muy neutro en su vestir de acuerdo con esos códigos usuales en altos cargos.
A todas éstas ¿qué dice su asesor de imagen?
No faltará que haya sido aconsejado por su publicista de campaña. Pero repito, una cosa es ser candidato y otra es ser el Presidente.