La pena ajena
No hay normas para el protocolo en el Quindío y no jodamos más con eso. No hay cómo, ni con quien mejorar, porque “no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni más ciego que el que no quiere ver”. El acto de condecoración al ex presidente Pastrana lo demostró. Entiendan jóvenes presentadores y jefes de protocolo, que los teloneros son los artistas menos importantes. Los que actúan antes de la figura central. En el acto aludido —el de la Edeq— los rellenos han debido entregarse antes, sin protagonistas, porque no se usa. No cabe en el protocolo. El maestro de ceremonia en el comienzo del acto, ha debido poner sobre la mesa, los mensajes del concejo y la asamblea y no deslucir los reconocimientos oficiales, cerrando el acto con lo menos importante.
Háganle saber a los oradores, que ustedes leen los nombres de las personas sentadas en la mesa principal —para que ellos no se conviertan en los metepatas—, cuando hacen los saludos protocolarios, como ocurrió el domingo al ignorarse al ministro de Hacienda. Ese es papel del o maestros de ceremonia y vale para todos los actos. Otra cosa es que no lo hagan o que los ‘artistas’ no lo permitan y ahí sí, apague y vamonos.
Y que tal la otra
Hasta la parte del acto en el que intervino la señora alcaldesa para el Pergamino Cívico, puesto en manos del ex presidente Pastrana, todo iba bien. Excelente la intervención de la doctora Ana María, pero su punto como tal, la entrega del pergamino, sin un mixer que lo acompañara como debía ser, las notas del himno de la ciudad, en el momento en el que se hace entrega del pergamino. Lo mismo sucedió cuando el señor gobernador entregó su distinción al ex presidente. A palo seco, sin el himno del departamento, como si no existiera. Ah, y otra cosa, cuando el personaje como en este caso tiene una connotación nacional, se abre el acto con las notas del himno nacional y los himnos regionales, serán los del cierre de la ceremonia, o en su defecto y principalmente, para adornar las condecoraciones o distinciones si las hay en un acto protocolocario. Tómenlo o déjenlo, pero eso sí, no le quiten altura a los actos oficiales que ellos casi siempre están cargados de las mejores intenciones y es mejor que la ciudad y el departamento, queden bien. Menos mal que en la plaza, concluyó el presidente, las palomas y fuera. Así era, pero, qué fuerza la que se hace en esos actos por el desconocimiento de las personas en quienes se delegan responsabilidades.
Y lo imperdonable
¿Protocolo? Qué es eso. Insistimos en que del asunto, poco, muy poco. El otro día, cuando los 40 años del departamento, no figuraba en la lista de invitados el doctor Jesús Arango Cano y cuando se le sugirió a un imbécil que estaba encargado del asunto, preguntó que quién era. Ahora, debe ser que no figuran en la lista Diego Arango Mora ex presidente del consejo directivo del Forec y María Mercedes Botero, la primera directora ejecutiva. En cambio en las mismas sillas del protocolo pegas sobrando y a pesar de los controles presidenciales, porque cuando el presidente viene se hace lo que al protocolo presidencial le plazca. Discúlpennos si estamos jodoncitos hoy con el tema, pero es que las normas del protocolo se hicieron para que se cumplan y ellas lo que hacen es indicar reglas ceremoniales; tienen que ver con la representación cívico, política y social y no puede desconocer a los que son y lo que es, ni ofrecer estatus a los que no son ni pertenecen. Tampoco puede ser el palco de honor, una salacuna. Eso sí que no, y concluyamos por hoy para no jorobar más la vida.
Artículo tomado del periódico LA CRONICA (se edita en Armenia, capital del departamento de Quindío)