Tomado del Eclesiástico.
“Hijo mío, si te invitan a una mesa importante, no te dejes llevar del apetito, ni digas: ¡Qué cantidad de cosas!.
Recuerda que la codicia es algo muy malo. Dios detesta el ojo codicioso; no creó nada peor que el ojo. A la vista d ecualquier cosa, se excita y después ruedan lágrimas por las mejillas. A donde el otro mire no extiendas tú la mano, para que no choquen las manos en el plato.
Sé considerado con tu vecino como contigo mismo; piensa en todo lo que a ti no te gusta.
Pórtate en la mesa como un invitado, no metas la mano para no hacerte antipático.
Por buena educación, termina tú primero; y no sorbas, para que no te desprecien.
Y aunque estés a la mesa entre muchos, no extiendas la mano antes que tu vecino.
¡Qué poco basta a una persona educada!
Así no se ahoga después en su cama.
El que come demasiado tendrá dolores, insomnio, malestar, sofocación y semblante alterado.
En cambio, el que come con moderación tiene un sueño saludable y por la mañana se levanta con la cabeza despejada.
Si tuviste que comer más de la cuenta, levántate y vomita y sentirás alivio.
Escúchame, hijo y hazme caso; después entenderás lo que te digo.
En todo lo que hagas sé moderado y no te pasará nada malo.
Al generoso en convidar todos los alaban; su buena fama durará mucho tiempo.
Del tacaño en convidar se habla mal públicamente; su mala fama durará mucho tiempo.
No te hagas el valiente cuando tomes vino, pues la bebida ha hecho caer a muchos.
En el horno se prueba una vasija de metal, y con el vino se ponen a prueba los orgullosos.
El vino es vida para el hombre, si lo bebe con moderación. ¿Qué vida es esa donde falta el vino? Desde el principio fue creado para dar alegría.
alegría para el corazón, gozo y contento: eso es el vino bebido a su tiempo y con cuidado.
Dolor de cabeza, amargura y deshonra: eso es el vino bebido con ardor apasionado.
El mucho licor es trampa para el necio: quita las fuerzas y es causa de heridas.
Cuando alguien esté bebiendo vino, no lo reprendas; no le hagas reproches mientras está alegre; no le digas palabras injuriosas ni le busques pleito delante de la gente.
Si te ponen a presidir un banquete, no te muestres orgulloso; pórtate con los demás como uno de tantos.
Ocúpate de ellos antes de ponerte tú a la mesa; atiende a lo que necesiten y luego siéntate.
Así te alegrarás mostrándote cortés con ellos, y te premiarán por tu buena educación.
Si eres el de más edad, te corresponde hablar; pero habla con sensatez y sin interrumpir el canto.
Donde se bebe vino no hagas largos discursos, y no quieras ser sabio a destiempo.
Los cantos son en un banquete como joya de rubí en adorno de oro.
El sonido de la música mientras se bebe vino con gusto es como una esmeralda engastada en oro.
Si eres joven, habla solo cuando sea necesario y si te insisten dos y tres veces.
Resume tus ideas y dí mucho en pocaspalabras; pórtate como el que sabe pero prefiere callar.
Entre los ancianos no seas arrogante, ni seas impertinente con las autoridades.
después del rayo viene el granizo, y al que es modesto los demás lo aprecian.
Al despedirte no te demores, aunque se te ocurra cualquier otra cosa; retírate a tu casa y allí haz lo que quieras, con respeto de Dios y sin cometer ninguna falta.
Y por todo ello bendice a tu Creador, que te colmó de bienes.