Hace algunos años hubo un evento en Cali con la asistencia del señor presidente de la República de Colombia y con mi asesoría en el ceremonial. A uno de los integrantes de la avanzada de protocolo le propuse poner las banderas de Valle y de Cali junto a la de Colombia. La respuesta fue negativa porque la bandera del presidente debía ir sola y las regionales, al otro lado. Dejé el tema así y nunca más lo volví a tocar en eventos similares.
Las regiones y las ciudades son dignas y merecen igual respeto. Ellas integran la patria y por ello están en su derecho de tener sus banderas al lado de la del presidente, de quien son sus anfitriones. Se puede pensar en que en las exigencias de la avanzada presidencial se confunden los papeles y quieren imponer su criterio centralista en regiones que son autónomas y tienen su propia dignidad. Así confunden la bandera presidencial con el presidente, y olvidan que éste es un servidor público temporal.
Como bien lo dice un amigo: “Las banderas son un símbolo de la nación, región o ciudad y por esa razón se les trata con respeto. Cuando en los actos públicos se les rinde homenaje, no es a ellas ni a ellos, sino un homenaje a lo que representan”.
Señores miembros de la avanzada presidencial, pongámonos de acuerdo: para que no haya descortesía en las regiones y las ciudades, al lado de la bandera de Colombia, permitan que se pongan las banderas departamental y municipal. No existe ninguna norma que lo prohíba. Que yo conozca, como antecedente, tan solo el concepto de una funcionaria de la oficina de Comunicaciones de la Casa de Nariño que defendía la puesta de la bandera de guerra en eventos con el presidente de la república, porque “registra muy bien para televisión”. ¡Vaya argumento! ¿Acaso continúa?
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