Conversaba esta semana con una amiga que me decía lo difícil de saber cuánta gente asistirá a un evento en el que se requiere saber con exactitud el número de personas. Unas confirman a sabiendas de que no irán, pero es que si dicen NO, se ganan el ruego de quien llama a reconfirmar dada la importancia de su presencia en el acto. Oros no confirman y se aparecen.
En fín. Qué bueno sería que adquiriéramos esa cultura de decir SI, cuando es SI y NO cuando es No.
Recuerdo uno de mis viajes a Barcelona, cuando fui a un congreso. Quise inscribirme en uno de los varios toures que estaban programando pero ya se había llenado el cupo. De nada valió rogar y rogar que era solo un puesto más. La chica, azafata, muy joven y bonita, me dijo: “aquí cuando decimos no, es no”.
De verdad que tuve un choque cultural, pues en mi cabeza no cabía que una chica tan joven fuera tan brusca al hablar, si lo comparamos con la forma de hablar de las colombianas. Es cultural. En Colombia somos melosas al hablar. Pero bueno, ni un extremo ni el otro.